jueves, 14 de abril de 2011

Comentarios del capítulo X

CAPÍTULO X. GLOBALIZACIÓN, CULTURA Y MEDIOS AUDIOVISUALES EN EL MÉXICO DEL TLCAN

Me parece que la presencia de contenido norteamericano en la televisión mexicana abierta comenzó a ser verdaderamente alta durante a la primera década del siglo XXI.  Hasta finales de la década de los noventa, recuerdo que el contenido “americano” estaba compuesto por caricaturas (casi todas, eso sí), algunas series cómicas, y películas, con la presencia de algún contenido nacional. Sin embargo, en el trascurso del 2000 al 2010 las series (de acción, cómicas, juveniles, infantiles) y películas americanas fueron tomando un lugar preeminente en el tiempo al aire de ciertos canales,  tanto que varios de ellos (5, 7, 4) han cedido ya la mayor parte de su contenido a la trasmisión de dicho programas.
En cuanto al tema del cine, recuerdo que la presencia de contenido americano (estadounidense) en la cartelera mexicana de los últimos diez años ha sido preeminente. Incluso me parece que en los últimos tres años  el contenido  ha comenzado a diversificarse con la presencia de contenido nacional e internacional (hispanoamericano y europeo).
Pues bien, frente a la gran influencia que sobre México ejercen los contenidos estadounidenses surgen las controversias acerca de las repercusiones económicas y culturales que tal situación pudiera acarrear. ¿No están lavando el cerebro los gringos? A decir de José Carlos Lozano, la situación es “afortunadamente más compleja de lo que algunos académicos o intelectuales tienden a considerar”.
En México los principales medios de difusión masiva (radio, televisión, prensa  y cine) están en manos de empresas nacionales. El ramo de la televisión abierta está prácticamente monopolizado por Televisa y TV Azteca, mientras que la prensa y la radio pertenecen a diversos individuos o grupos independientes.
En lo referente al contenido ofrecido por dichos medios (televisión y cine sobre todo) la influencia estadounidense ocupa es más plausible. Los contenidos cinematográficos ofrecidos en las salas mexicanas son predominantemente americanos; estos llegan principalmente al público joven de las clases medias y altas. Por su parte,  la televisión abierta dedica el 28% de su tiempo a  la transmisión de programas de procedencia americana y el 64% al contenido mexicano, el cual es preferido por las clases sociales bajas y de mayor edad.
Así pues vemos que en México, la realidad de los medios comunicativos y sus contenidos  va más allá de la concepción simplista sobre la hegemonía estadounidense. Aunque la influencia que sobre el público mexicano tienen los contenidos americanos es innegable, las respuestas de aquél dependen de muchos factores y es menos pasiva de lo que comúnmente se cree; los televidentes sostienen una “interacción compleja y dinámica donde se libra una batalla por la apropiación de significados y propuestas de sentido”.

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