lunes, 11 de abril de 2011

CAPÍTULO IX. EL LIBRO Y LA LECTURA EN MÉXICO

A lo largo de la historia humana, el libro se ha convertido en un "elemento emblemático de la cultura" por ser el medio más eficaz de transmisión de ideas, conocimientos y emociones. Aunque durante el siglo XX el status del libro se vio en cierto modo mermado por el desarrollo de los medios de comunicación masiva, creo que la particular capacidad del libro para representar profundamente formas y ámbitos culturales diversos lo hacen un instrumento valioso en la sociedad pluricultural actual. Así pues, cuando el lector entra en el mundo del libro no sólo está recibiendo información que lo entretiene o lo aburre, sino que entabla una especie de diálogo con un discurso ligado a un contexto cultural determinado, que puede o no influir en su pensamiento.
A veces, el contacto con ciertos ámbitos culturales puede hacer los lectores nos concibamos como individuos cultos por el hecho de que nuestro pensamiento se identifique con las ideas presentes en dichos ámbitos. Esta concepción puede conducirnos a la creencia de que nuestros valores culturales son propios de la verdadera (única) cultura, y, por tanto, a descalificar concepciones provenientes de ámbitos distintos al nuestro. Sin embargo, no debemos olvidar que nuestra cultura -como menciona Solís al citar a Eliot- depende de la cultura de la cultura de una clase o grupo, y esta depende de la cultura de la sociedad. En este sentido, es absurdo pensar que una élite (ideología) trate de  dirigir la cultura de una sociedad, pues eso sería como negar que ella
En este contexto, entra el tema de la lectura en México; un tema por demás complejo, que va más allá de ese fastidioso lugar común " en México no se lee". El autor de este capítulo comienza pues por preguntarse: "¿Cuál es la posición que ocupa el libro dentro del panorama cultural mexicano?". La respuesta inmediata sería decir que en México el libro ocupa un lugar marginal ; sin embargo, la estadísticas y la historia, nos muestran una realidad no : el Estado se ha preocupado varias veces por fomentar la lectura y la difusión cultural, la producción editorial del sector público y el privado sobrepasa los 300 millones de libros, se realizan ferias del libro en diferentes estados de la República para "festejar y promover el libro, los autores y la lectura". (259) ; por otra parte, el número de librerías es reducido en comparación con otras naciones, el acervo de muchas bibliotecas públicas es muy pobre, los libros de texto gratuito representan la mayor parte de la producción y consumo editorial nacional, la actividad editorial se concentra casi totalmente en la capital del país, no existen leyes que regulen los precios de los libros, etc.
Así pues, vemos que libro, más que ser un elemento marginado de la cultura mexicana, es un actor muy activo dentro de este ámbito, pero cuya participación dista de ser estable ( es "anémica", según Solís). Asimismo, al considerarse la situación del libro como mero producto editorial, se soslaya la importantísima relación entre lector y el libro como "emblema cultural"; así, las estadísticas sobre el número de ejemplares desplazado en el país no dicen sobre qué y cómo leemos los mexicanos.
Creo que uno de los problemas fundamentales en el tema de la lectura México es la poca atención que la industria editorial. Si bien, como se plantea en este capítulo, el número de librerías y bibliotecas en México es reducido, la oferta bibliográfica resulta muchas veces tan ajena para los potenciales compradores que estos optan por abandonar la empresa de la lectura o eligen el camino del BEST SELLER. Un curioso (lector en potencia), por ejemplo, que decide ir por vez a una librería o una biblioteca, obviamente querrá respuestas rápidas a su deseos de adquirir un libro por vez primera vez; sin embargo, la realidad es que, ni bien entre a la librería, puede verse bastante desanimado por su incapacidad de elegir entre tantos libros disponibles. Asimismo, el lector sin guía, corre el riego de escoger algo que le haga desistir para siempre de abrir un libro, o ser juzgado por la comunidad SNOB que merodee el lugar.
Creo que México pierde a muchos de sus lectores potenciales en ese limbo que es la primera visita a una librería o a una biblioteca. El abandono del lector potencial, tanto por parte de la industria, como por parte de ciertos sectores cultos de la sociedad (críticos, escritores, académicos), es -desde mi punto de vista- el principal responsable de la apatía y la indiferencia de aquél hacia el libro.
¿Qué hacer? ¿Cómo se ayuda al lector potencial a convertirse en lector? ¿En verdad se puede ayudar a un individuo  a  convertirse en lectora? ¿Es eso correcto? Sin ánimos de entrar en discusiones morales,  retomo estas  premisas  expuestas  por el autor, y acordes con mis convicciones: “los lectores poseen un papel transformador…son figuras de identificación”, y “el libro es una necesidad  que ocupa  un lugar de importancia creciente en el desarrollo cultural de cualquier país”.
Así pues, creo que los lectores, como figuras bien identificables, tenemos la capacidad de influir en nuestro contexto. ¿Cómo? Promoviendo la buena literatura (aquella coherente, sincera, comprometida exclusivamente con el arte) entre aquellos que comienzan a interesarse por el libro, para que después hagan su camino ellos solos…

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